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Finanzas conductuales: aversión al remordimiento

BBVA AM España

15 de enero de 2020

El proceso de inversión en BBVA AM se apoya en la economía conductual, es decir, en cómo el poder de la mente afecta a las decisiones financieras.

En BBVA Asset Management damos máxima importancia al proceso de asignación de activos, como clave en la consecución de rentabilidad ajustada al riesgo. Por ello, realizamos una gestión activa del riesgo, a través de herramientas propias y diseñadas para proteger las carteras en entornos desfavorables. Además, en los últimos cuatro años hemos incorporado en el análisis un enfoque basado en la economía conductual, es decir, en cómo el poder de la mente afecta a las decisiones que tomamos. 

Con el objetivo de analizar y dar a conocer estos comportamientos que condicionan las decisiones de los inversores, hemos creado esta serie de “Finanzas conductuales”, en la que analizamos los principales sesgos conductuales. En esta entrega, hablamos sobre la aversión al remordimiento (regret avoidance, por su denominación en inglés). 

El temor a las consecuencias de nuestras acciones: aversión al remordimiento 

La aversión al remordimiento entra dentro de lo que se conoce como sesgos emocionales. Como en otros sesgos, las decisiones se basan en la emoción, en lugar de hacerlo mediante un proceso racional de toma de decisiones. Los inversores que muestran este tipo de comportamiento valoran más el dinero que se gasta en el pasado que el dinero que se gasta en el futuro para recuperar la inversión anterior. 

Lo que subyace es el temor del inversor a las posibles consecuencias negativas que puedan acarrear sus errores u omisiones en el proceso de toma de decisiones. La principal consecuencia de este sesgo en los inversores es que tienden a adoptar un perfil excesivamente conservador para evitar pérdidas, lo que les lleva a incurrir en coste de oportunidad y en la posibilidad de no alcanzar sus metas. 

Este sesgo queda bien reflejado en una frase que cualquier inversor habrá escuchado a otro en algún momento, y es la que justifica mantener inversiones en activos que se encuentran en pérdidas porque “si no vendo, no pierdo”. Esto se conoce también como la “falacia del costo irrecuperable”. 

En esta actitud, los inversores acaban perdiendo muchas veces tiempo, dinero y energías por no aceptar la toma de una decisión errónea, siendo muchas veces el coste de mantener la inversión superior al de asumir la pérdida. Un ejemplo: cuando alguien compra un coche defectuoso, suele gastar más dinero en reparaciones que lo pongan a punto que en la propia adquisición del coche, en lugar de asumir el error y reconocer que se debería haber comprado otro coche. 

Los sesgos emocionales no pueden eliminarse por completo, pero sí mitigarse gracias a una buena diversificación, a un enfoque de largo plazo y a una gestión profesional en torno a una acertada distribución de activos.

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Como en cualquier otro producto de inversión, invertir en fondos y/o planes de pensiones implica asumir un determinado nivel de riesgo. Cada fondo/plan de pensiones, en función de sus características específicas y de los activos en los que invierte, implica un nivel de riesgo y, en todo caso, la posibilidad de incurrir en pérdidas sobre el capital invertido. Puedes consultar los riesgos específicos de cada vehículo en el folleto disponible en www.bbvaassetmanagement.com

La lectura de este artículo, junto con Finanzas conductuales: en tiempos de pánico no te dejes llevar por el efecto rebaño y Análisis financiero: ¿es siempre racional el inversor? , será válido por 1 hora de formación continua para la recertificación EIA, EIP, EFA, EFP, CFA y CAd. Puedes encontrar el test en la página de EFPA España y en la página de CFA Society Spain .