Análisis financiero: ¿es siempre racional el inversor?
02 de marzo de 2020
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Los individuos tienden a actuar con sesgos emocionales. También en el ámbito de la inversión.
La toma de decisiones de inversión es un proceso complejo que combina el análisis de factores más o menos previsibles con otros factores menos previsibles, frecuentemente relacionados con las expectativas y la psicología de los individuos.
Una de las áreas sobre la que más se ha tratado de avanzar en los últimos años es la relacionada con el comportamiento humano, en una disciplina frecuentemente conocida por su denominación en inglés: behavioral finance. El análisis financiero convencional ignora cómo las personas reales toman las decisiones. Y sí, con frecuencia los inversores actúan de manera irracional.
Cuando un individuo invierte, tiende a actuar movido por determinados sentimientos y emociones. Es decir, existen, ante determinadas situaciones en el ámbito de la inversión, ciertos sesgos emocionales que pueden llevar al inversor a tomar decisiones erróneas. Analizamos los sesgos más destacados.
1. Errores de previsión (Forecasting errors)
A la hora de hacer estimaciones futuras, tendemos a dar mucha más importancia al pasado reciente que al resto de la historia. Esto es frecuente al analizar la rentabilidad de los productos antes de invertir: tendemos a poner el foco en la rentabilidad en lo que va de año o en la rentabilidad a un año, obviando el resto de periodos.
2. Anclaje (Anchoring)
Los inversores tienden a basar sus creencias en una determinada información, a veces irrelevante, posiblemente porque es la primera que tuvieron disponible y no la han actualizado posteriormente. Por ejemplo, quien tiene una acción que cotiza a 5 euros y no puede vender a ese precio “porque la he llegado a ver cotizar a 10 euros”.
3. Contabilidad mental (Mental Accounting)
Los inversores tratan su dinero de manera diferente dependiendo de su origen y del objetivo que se plantean, en lugar de velar por la rentabilidad total. El dinero inesperado por un premio de lotería puede invertirse en activos más arriesgados porque «puedes permitirte el lujo de perderlo».
4. Aversión al remordimiento (Regret avoidance)
Temor a las consecuencias negativas de errores u omisiones. Relacionado con el “efecto disposición”. Es la base de muchos inversores, que lo justifican con frases como “qué le vamos a hacer, ya subirá” o “hasta que no venda, no gano ni pierdo, por lo que esperaré a recuperar lo invertido”.
5. Exceso de confianza (Overconfidence)
Las personas tienden a sobreestimar la precisión y la seguridad de sus creencias o previsiones. Por ejemplo, un estudio arrojaba que el 90% de los suecos creen que conducen mejor que la media.
6. Conservación (Conservatism)
Tendemos a ser lentos a la hora de cambiar nuestras creencias, aunque la realidad nos demuestre lo contrario. Nos cuesta admitir que nos equivocamos. Nos aferramos a nuestro pensamiento y desestimamos nueva información.
7. Efecto rebaño (Herding)
El entorno (medios de comunicación, colegas profesionales o amigos y familiares) condicionan notablemente la forma de analizar y procesar la información. Tendemos a seguir ciertas corrientes o decisiones en forma de rebaño.
8. Ilusión de control (Illusion control)
Los inversores tienden a pensar, de forma errónea, que pueden controlar o influir en el comportamiento de los mercados financieros. Sería el caso de un inversor que piensa que tiene control sobre la empresa en la que trabaja y que por ello focalizará su cartera en los títulos de esa compañía.
9. Representatividad (Representativiness)
Es la tendencia a basarse en estereotipos, pensando que la muestra equivale a la población. Por ejemplo, deducir que ciertas fortalezas de una compañía implican que invertir en ella es una buena decisión.
10. Disonancia cognitiva (Cognitive dissonance)
Consiste en evitar la toma de decisiones que serían recomendables por el hecho de no tener una idea clara de qué camino coger. Ocurre cuando, por ejemplo, se mantiene la posición en inversiones que no están dando el retorno esperado.
Recomendaciones para invertir a largo plazo
Una vez asimilado que las emociones forman parte del proceso de inversión, conviene recordar algunas pautas para invertir con éxito a largo plazo:
- El tiempo es el mejor aliado. Hace más gradual el esfuerzo y permite asumir imprevistos.
- Es esencial marcar muy claramente los objetivos: ¿para qué ahorro? ¿De qué plazo dispongo? ¿Qué nivel de riesgo puedo asumir?
- Tratar de mantener redes de seguridad: nunca invertir el dinero de necesidades básicas y guardar siempre un fondo para emergencias.
- Apostar por esquemas de aportaciones periódicas, suba o baje el mercado. De este modo, se consiguen precios medios que evitan fluctuaciones de mercado.
- Establecer una distribución de activos de referencia sobre la que ir tomando decisiones, o bien confiar esa distribución en productos perfilados.
- Evitar modas pasajeras, que en ocasiones seducen con rentabilidades atractivas en plazos muy cortos pero que no están respaldados por activos solventes.
Como en cualquier otro producto de inversión, invertir en fondos implica asumir un determinado nivel de riesgo. Cada fondo, en función de sus características específicas y de los activos en los que invierte, implica un nivel de riesgo y, en todo caso, la posibilidad de incurrir en pérdidas sobre el capital invertido. Puedes consultar los riesgos específicos de cada fondo en el folleto disponible en www.bbvaassetmanagement.com
La lectura de este artículo, junto con Finanzas conductuales: en tiempos de pánico no te dejes llevar por el efecto rebaño y Finanzas conductuales: aversión al remordimiento , será válido por 1 hora de formación continua para la recertificación EIA, EIP, EFA, EFP, CFA y CAd. Puedes encontrar el test en la página de EFPA España y en la página de CFA Society Spain .