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Claves semanales del 10 al 14 de marzo de 2025

BBVA AM España

10 de marzo de 2025

La administración de Donald Trump ha llevado la volatilidad económica y geopolítica a nuevos niveles esta semana, consolidando una estrategia marcada por la imprevisibilidad y los cambios abruptos en la toma de decisiones. Lo que comenzó con la imposición de aranceles del 25% sobre Canadá y México, junto con un nuevo arancel del 10% sobre China, terminó en una serie de giros que han desconcertado a los mercados y a los aliados comerciales de Estados Unidos. La eliminación parcial de los aranceles, la exención para el sector automotriz mexicano, y la posterior amenaza de nuevas tarifas han convertido la política comercial estadounidense en un enigma constante, donde cada anuncio parece contradecir el anterior.

Monitor de mercado

Este patrón de toma de decisiones errático ha tenido un efecto directo en la incertidumbre económica. Mientras que los mercados inicialmente reaccionaron con preocupación a los aranceles, la eliminación parcial de estas medidas trajo un alivio temporal. Sin embargo, el daño ya estaba hecho: la extrema volatilidad en la política comercial norteamericana ha amplificado la incertidumbre empresarial, dificultando la planificación de inversiones y socavando la confianza en la estabilidad económica a largo plazo.

En el ámbito geopolítico, la postura de la administración Trump respecto a Ucrania ha pasado de la presión extrema a la aparente conciliación en cuestión de días. El corte del apoyo militar y de inteligencia a Ucrania, que marcó el inicio de la semana, se interpretó como una señal de que Estados Unidos estaba reduciendo su compromiso con Kiev. Sin embargo, este movimiento fue seguido por declaraciones del presidente en las que aseguraba que se habían logrado avances en las negociaciones con Rusia y que se llevarían a cabo conversaciones en Arabia Saudí. Para añadir más ambigüedad, el viernes Trump amenazó con sanciones y aranceles adicionales contra Rusia en respuesta a una intensificación de los bombardeos sobre Ucrania.

Esta falta de consistencia en la política exterior americana ha generado inquietud entre sus aliados europeos, que ahora deben considerar la posibilidad de que el apoyo estadounidense a Ucrania no sea tan firme como se esperaba. El conflicto sigue siendo una variable clave en la estabilidad de la región y en la dinámica de la OTAN, lo que sugiere que la incertidumbre en torno a la postura estadounidense puede tener efectos de largo alcance en la seguridad y la política exterior global.

Mientras Washington parece operar en un estado de caos estratégico, Pekín ha mantenido un enfoque de mayor tranquilidad. Durante la Asamblea Popular Nacional, el gobierno chino reafirmó sus objetivos económicos para 2025 con una previsión de crecimiento del 5%, una inflación del 2% y un déficit presupuestario del 4% del PIB, complementado por 1,3 billones de yuanes en deuda pública adicional y la emisión de 500.000 millones en bonos especiales del tesoro.

La respuesta del gigante asiático a los aranceles estadounidenses también parece moderada. La nueva tarifa del 10% impuesta el 4 de marzo elevó el arancel promedio sobre los productos chinos al 30%. En represalia, Pekín ha tomado medidas específicas contra la importación de productos agrícolas estadounidenses, ampliando su primera ronda de represalias, que incluyó sanciones sobre productos energéticos y maquinaria agrícola. Sin embargo, hasta ahora, China ha evitado una respuesta demasiado agresiva que pudiera escalar la guerra comercial a un nivel más perjudicial. En definitiva, Pekín sigue evitando una confrontación total y mantiene un margen de maniobra que podría resultarle beneficioso a largo plazo.

Pero, sin duda alguna, lo más importante de la semana sucedió a este lado del Atlántico. Alemania, que históricamente había sido reacia a expandir el gasto público, dio un giro drástico en su política fiscal. El gobierno en formación ha anunciado un paquete de inversión de 500.000 millones de euros enfocado en infraestructura y defensa, marcando uno de los mayores planes de gasto en la historia reciente del país. Esta medida incluye la creación de un fondo de inversión al margen del presupuesto federal con una duración de diez años, así como la exención de los gastos de defensa que superen el 1% del PIB de las reglas de endeudamiento constitucionales.

Este cambio no es exclusivo de Alemania. La presidenta de la Comisión Europea ha declarado que «Europa ha entrado en una era de rearme», respaldando un nuevo instrumento que proporcionará 150.000 millones de euros en préstamos a los estados miembros para inversiones en defensa. Además, la UE ha comenzado a discutir una reforma de las reglas fiscales para permitir un mayor gasto en este sector. Si bien estas políticas pueden impulsar el crecimiento económico en la eurozona, el impacto de posibles aranceles comerciales por parte de Estados Unidos podría neutralizar estos efectos positivos.

Las implicaciones macroeconómicas de los acontecimientos de las últimas semanas son también sorprendentes, ya que están reflejando una convergencia inesperada. En efecto, a comienzos de 2025, la narrativa predominante sugería que Estados Unidos mantendría un crecimiento económico robusto, pero con presiones inflacionistas, en contraste con una Europa económicamente estancada y con una política monetaria cada vez más expansiva. Sin embargo, los eventos recientes han comenzado a cambiar este escenario.

En Estados Unidos, el aumento de la incertidumbre ha debilitado la confianza del consumidor y ha llevado a un incremento en la tasa de ahorro. Aunque el mercado laboral sigue mostrando resiliencia, con un crecimiento de 151.000 nóminas en febrero, la tasa de desempleo subió hasta el 4,1% y el número de trabajadores a tiempo parcial aumentó. Estos factores, junto con indicios de un crecimiento salarial más débil, han comenzado a afectar la generación de ingresos.

En respuesta a esta incertidumbre, la Reserva Federal ha optado por una postura de espera, reconociendo la incertidumbre económica, pero sin apresurarse a reaccionar a los efectos inflacionistas de los aranceles. Mientras tanto, en la eurozona, el Banco Central Europeo continuó su ciclo de recortes de tasas la semana pasada, reduciéndolas en 25 puntos básicos hasta el 2,5%. No obstante, el BCE eliminó la referencia a que la política monetaria sigue siendo «restrictiva» y la reemplazó por la frase «la política monetaria se está volviendo significativamente menos restrictiva». Este ajuste en el lenguaje sugiere que la institución deja abierta la posibilidad de una pausa en el ciclo de bajadas de tipos. Christine Lagarde enfatizó que la relajación monetaria seguirá dependiendo de la evolución de la inflación y del crecimiento económico, sin comprometerse a nuevas reducciones de tasas en el corto plazo. Sin embargo, parece claro que existe margen para algunos recortes adicionales en los próximos meses, dada la restricción monetaria que todavía permanece a criterio del BCE.