Claves semanales del 25 al 29 de noviembre de 2024
25 de noviembre de 2024
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Si hubiera que elegir el título de una canción que describiera la evolución política en 2024, el excelente tema “Wind of Change” de la banda alemana Scorpions no tendría muchos rivales. En efecto, estamos terminando un año extraordinariamente relevante en el ámbito electoral, ya que aproximadamente la mitad de la población mundial ha sido llamada a las urnas y los resultados, con pocas excepciones, han revelado que los votantes apuestan por un agresivo cambio de rumbo.
Monitor de mercado
Además de las votaciones ya previstas en Taiwán, Indonesia, Turquía, India, México, Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos, tuvimos un buen número de procesos electorales adelantados. En Francia, el presidente Macron sorprendió a los mercados al convocar elecciones anticipadas en junio, después de que su alianza centrista fuera derrotada en las elecciones europeas por el partido de extrema derecha de Marine Le Pen. También los japoneses fueron a las urnas anticipadamente después de la renuncia del primer ministro Kishida. Finalmente, en Alemania, también se han adelantado las elecciones federales a febrero de 2025, tras el colapso de la coalición gubernamental.
Y el resultado de estos procesos, con pocas excepciones, confirmó el “Viento de Cambio” anteriormente mencionado, ya que los partidos en el poder sufrieron retrocesos, en algunos casos apabullantes. De hecho, 2024 fue la primera vez en la historia que todos los partidos gobernantes que se enfrentaron a las elecciones en un país desarrollado perdieron porcentaje de votos. También en algunos países emergentes pasó lo mismo y, de esta forma, se debilitó el apoyo popular a los partidos en el gobierno en India y Turquía.
En Francia salió de las urnas un parlamento aparentemente ingobernable. De igual manera, la coalición gobernante de Japón perdió su mayoría en la cámara baja. En Alemania, las encuestas sugieren que se volverá a una coalición bipartidista después de las elecciones de febrero de 2025. Por último, en las elecciones estadounidenses, las encuestas no anticiparon la arrolladora victoria electoral de Trump, que se hizo con todos y cada uno de los estados bisagra, con una clara mayoría en el voto popular y con el control republicano de ambas cámaras legislativas.
De forma abrumadora, como hemos visto, los votantes apostaron por un cambio de políticas económicas, aunque sean cuales sean sus preocupaciones, la sostenibilidad fiscal de los distintos países y las crecientes cargas de deuda pública no parecen estar entre ellas. En Estados Unidos, la dinámica fiscal fue ignorada en gran medida en la campaña electoral, y tomar las propuestas de política de Trump al pie de la letra implicaría un deterioro adicional significativo de la ya débil posición fiscal americana, dada la fuerte bajada impositiva que prometió el presidente electo.
En el Reino Unido, el primer acto importante del nuevo gobierno fue implementar un gran aumento del gasto, cubierto sólo parcialmente por impuestos más altos. En Francia, aunque el gobierno se verá obligado a intentar una cierta consolidación fiscal, el déficit público seguirá instalado en el 5% del PIB del país. En Japón, el gobierno acaba de aprobar un presupuesto suplementario de 13,9 billones de yenes. Incluso en Alemania, un país fiscalmente conservador, se debate intensamente sobre la posibilidad de eludir el límite de endeudamiento público, consagrado en la constitución del país.
La voluntad popular, como vemos, no parece muy dispuesta a seguir los llamamientos a la cautela fiscal del FMI, aun cuando los niveles de deuda pública ya son muy elevados. Aunque el debate sobre la sostenibilidad de la deuda no tendría por qué afectarnos negativamente en el corto plazo, en algún momento deberán abordarse seriamente estos problemas, dado que buena parte del gasto fiscal corriente de los países está afectado por elementos estructurales no productivos, derivados del deterioro demográfico y la creciente carga que supone el pago de intereses de la deuda pública.
En cualquier caso, los nuevos gobiernos irán implementando sus políticas a lo largo del año 2025. En Estados Unidos, el control de las cámaras le otorga al presidente electo Trump un amplio margen en este sentido. Los nombramientos para su próximo gabinete son indicativos de su deseo de acometer profundos cambios políticos y los elegidos son, en general, considerados del ala dura. No obstante, la elección de Scott Bessent como nuevo Secretario del Tesoro, ha sido favorablemente percibida y los analistas han destacado el perfil moderado y el profundo conocimiento de los sistemas financieros globales del fundador de la firma Key Square Group.
Tras la toma de posesión de Trump, el cambio de política más inmediato podría ser en el ámbito de la inmigración. Como anunció la semana pasada su secretario de prensa, las «deportaciones masivas» comenzarían desde su primer día en el cargo. Del mismo modo, el freno regulatorio también sería relativamente rápido. En materia de impuestos y de aranceles, sin embargo, los tiempos podrían dilatarse.
Cambiando completamente de tema, los bancos centrales volverán a ganar protagonismo en las próximas semanas y las decisiones de política monetaria en las reuniones de diciembre se presentan inciertas. En estos momentos, la probabilidad de que la Fed baje nuevamente los tipos el mes que viene se mantiene por debajo del 60%. El repunte de los precios en octubre, junto con las declaraciones de los miembros del FOMC y del propio Powell, que se muestran más cautelosos y menos propensos a mantener en el mismo ritmo el recorte de las tasas, han hecho pensar a los inversores que no sería descabellado que la Reserva Federal decidiera pausar el proceso en diciembre.
No obstante, los datos que más han influido en el mercado esta semana han sido los europeos, ya que los PMI sorprendieron marcadamente a la baja y el indicador compuesto para el conjunto de la eurozona pasó de los 50,0 a los 48,1 puntos, con debilidad tanto en el sector manufacturero como en el de servicios. Por otra parte, el indicador preliminar de confianza del consumidor de la Comisión Europea disminuyó con claridad en noviembre, mientras que el PIB alemán del tercer trimestre se revisó a la baja, hasta el 0,1% trimestral. En conjunto, estos datos apuntan a un mayor riesgo de deterioro de la actividad económica en la zona del euro. Para complicar el panorama, los detalles del IPC final de octubre en la eurozona fueron un poco más firmes de lo que sugería el informe preliminar, con un mayor repunte de la inflación de los servicios. Además, los salarios negociados en el tercer trimestre repuntaron agresivamente en el conjunto de la eurozona y alcanzaron el máximo desde que existen registros.
Si tenemos en cuenta los datos de debilidad económica, el deterioro de las encuestas y los persistentes riesgos inflacionistas, el próximo movimiento de política del BCE es una incógnita y, en estos momentos los mercados piensan que es igualmente probable una bajada de tipos de 50 puntos básicos en diciembre, que otra de 25 puntos básicos.