Claves semanales del 28 al 2 de mayo de 2025
28 de abril de 2025
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En las últimas semanas, la economía global ha estado marcada por una creciente incertidumbre derivada del recrudecimiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Aunque se decretó una pausa de 90 días en la aplicación de los aranceles recíprocos, esta medida ha sido solo parcialmente efectiva para contener el nerviosismo financiero. A pesar del respiro temporal, los mercados han seguido mostrando tensiones: las rentabilidades de los bonos del Tesoro estadounidense se han disparado y el dólar se ha debilitado, indicando una salida de capitales de los activos denominados en esa divisa.
Monitor de mercado


La situación global actual se encuentra en una fase compleja de transición, marcada por un intento de desescalada en las tensiones comerciales, pero aún plagada de incertidumbre y riesgos. Aunque los momentos de máxima disrupción parecen haber quedado atrás —tras amenazas como un arancel del 150% a las importaciones chinas o la posibilidad de destituir al presidente de la Reserva Federal—, la volatilidad no ha desaparecido. Estados Unidos, en particular, ha optado por suavizar su retórica, en parte para calmar los mercados y en parte para reposicionarse estratégicamente en las negociaciones multilaterales y bilaterales, especialmente con China.
Esta tentativa de estabilización se refleja en los mensajes recientes de altos funcionarios estadounidenses, quienes han reafirmado su compromiso con instituciones como el FMI y el Banco Mundial, y han descrito la política arancelaria como un esfuerzo por reequilibrar la economía mundial. El escenario más probable, según la percepción de los participantes en las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial, sería una estructura arancelaria donde el resto del mundo enfrente un arancel universal del 10%, mientras que China permanezca con una tasa alrededor del 60%. Este marco seguiría implicando una desvinculación económica con China, pero de manera más gradual y, por ende, menos dañina que el escenario inicial.
Sin embargo, el daño ya infligido no es menor. La tarifa promedio ponderada de Estados Unidos, hoy cerca del 23%, es casi diez veces mayor que la de 2023. A pesar de las señales de moderación, las perspectivas económicas permanecen lastradas por el grado extremo de incertidumbre. Tanto inversores internacionales como responsables políticos coinciden en que la mera volatilidad y la falta de visibilidad son tan perjudiciales como las propias tarifas. De hecho, el FMI ha evitado presentar un escenario base único, optando en cambio por ilustrar varios caminos posibles, reflejando la dificultad de modelizar la situación actual con herramientas calibradas en décadas mucho más estables.
Las negociaciones comerciales ofrecen un panorama mixto. Estados Unidos avanza en acuerdos preliminares con Japón, Corea del Sur e India, aunque con resultados desiguales: mientras que con Corea e India los progresos son tangibles, con Japón persisten graves diferencias que dificultan alcanzar un pacto a corto plazo. Además, con China, los mensajes son contradictorios. Aunque Trump y su equipo han mostrado una actitud más conciliadora, prometiendo reducciones sustanciales de aranceles, China ha negado que existan negociaciones en curso, exigiendo la eliminación previa de todas las medidas unilaterales.
Mientras tanto, la desaceleración del comercio mundial se vuelve cada vez más evidente, como muestran indicadores de alta frecuencia, tales como la caída en las exportaciones surcoreanas y la disminución del tráfico portuario entre Shanghái y Los Ángeles. Esta ralentización comercial anticipa un menor dinamismo global para los próximos trimestres.
En el plano geopolítico, la guerra en Ucrania vive momentos cruciales. A pesar de los esfuerzos de la administración estadounidense para lograr un alto el fuego, los avances son frágiles y la desconfianza mutua persiste. Propuestas recientes, como la de Rusia para congelar el conflicto en las líneas actuales, no encuentran plena aceptación en Ucrania, que se resiste a hacer concesiones territoriales. La presión estadounidense para alcanzar un acuerdo rápido podría desembocar en una retirada del apoyo si no se logran avances en los próximos días.
En cuanto a los datos económicos, Estados Unidos muestra una combinación de resistencia y señales de debilitamiento. Las cifras de empleo se mantienen robustas por ahora, pero el crecimiento del PIB en el primer trimestre apunta a una fuerte desaceleración, afectado por efectos de anticipación ante los aranceles y una pérdida gradual de impulso en el gasto doméstico. El consumo, especialmente en sectores como el automotriz, aún muestra fortaleza momentánea debido al adelantamiento de compras.
En Europa, el panorama es similar: el primer trimestre probablemente registrará un crecimiento leve, impulsado en parte por exportaciones adelantadas a Estados Unidos. No obstante, los indicadores adelantados, como los PMI, evidencian un inicio de segundo trimestre muy débil, acompañado de un deterioro en la confianza empresarial y del consumidor. La inflación, si bien más contenida por la caída de los precios energéticos, sigue siendo un factor de presión, especialmente en su componente subyacente.
Asia tampoco escapa a las tensiones. China ha comenzado a preparar planes de contingencia para un escenario de mayores perturbaciones externas, intensificando su política macroeconómica de apoyo. El Banco de Japón, por su parte, observa con cautela los movimientos de la administración estadounidense, consciente de que podría verse forzado a ajustar su política monetaria dependiendo de la evolución de las negociaciones comerciales y de las presiones sobre el tipo de cambio.
En suma, aunque se perciben intentos de moderación y se han evitado algunos de los peores desenlaces posibles, el entorno global permanece dominado por una enorme dosis de imprevisibilidad. La desconfianza, la volatilidad y la dificultad de establecer escenarios fiables seguirán marcando la evolución de la economía mundial en los próximos meses.