El envejecimiento y sus consecuencias en el mundo de la planificación financiera
15 de enero de 2020
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El gran avance de la humanidad en los siglos XX y XXI es la longevidad. Pero, en paralelo, es todo un reto en muchos ámbitos, incluido el de la planificación financiera.
Uno de los mayores logros de la humanidad, atribuible especialmente al siglo XX aunque sus efectos siguen plenamente vigentes en el siglo XXI, es el que gira en torno a la longevidad. Baste un dato: un nacido en España en el año 1900 tenía una esperanza de vida inferior a los 40 años. La esperanza de vida de un nacido hoy en España es de casi 83 años. A mediados de este siglo, nuestro país superará a Japón como el más longevo del mundo.
Cada vez vivimos más. Concretamente, dos meses y medio por cada año que pasa. Y, qué duda cabe, esto es una gran noticia. Pero la longevidad está cambiando muchos aspectos de nuestra vida, desde los relacionados con la salud o los cuidados médicos hasta los relacionados con la planificación financiera. Y, sobre todo, la longevidad está planteando un verdadero reto a los sistemas de pensiones, que deben adaptarse al hecho de que la jubilación va camino de suponer un cuarto de la vida de una persona, con lo que ello implica a nivel de pago de prestaciones.
Poniendo el foco en los efectos que tiene la longevidad en el ámbito de la planificación financiera y la inversión, éstos serían algunos de los puntos y restos más destacados:
- Se incrementan las posibilidades de incurrir en lo que se denomina “riesgo de longevidad”, que no es otra cosa que la incómoda situación de agotar los ahorros, algo especialmente delicado en una etapa tan vulnerable de la vida como es la jubilación. Hace unas pocas décadas, quien se jubilaba a los 65 años tenía que administrar su ahorro, en media, durante menos de 10 años. Actualmente, con una edad de jubilación similar, es frecuente que el ahorro haya que dosificarlo casi dos décadas. Esto exige haber realizado una concienzuda planificación de la jubilación para haber reunido un capital que cubra nuestras necesidades durante un periodo incierto pero, en media, creciente. Es decir, todo esfuerzo de ahorro es poco.
- Ya no se trata de guardar el ahorro en la jubilación en una cuenta a la vista e ir disponiendo de él. Es necesario invertirlo con cabeza. ¿Por qué? Porque al jubilarnos tenemos por delante un horizonte temporal de más de 15 años (y creciendo). Si no tomamos medidas en un plazo así, la inflación nos empobrecerá. La estrategia pasa por mantener ahorro a la vista para las necesidades a corto plazo, pero mantener una mentalidad inversora con el resto.
- Mucha atención a las consecuencias sobre la salud del hecho de vivir cada vez más años. En general, gracias a los avances médicos, lo haremos en condiciones de salud cada vez mejores. Sin embargo, esto no evitará que aumenten las situaciones de dependencia. Debemos, por tanto, contemplar que durante la jubilación debamos incurrir en gastos adicionales derivados de cuidados médicos. Un reto más de la planificación de esta etapa y de la estrategia con la que debemos invertir el ahorro.
- En este contexto emergen las bondades de las rentas vitalicias como modo de generar ingresos adicionales en la jubilación, mientras dosificamos el ahorro y hacemos frente al riesgo de longevidad a través de un vehículo que nos garantiza ingresos mientras vivamos. Estas formas de cobro deben prevalecer sobre aquellas más inmediatas, que solo deben quedar reservadas para necesidades puntuales. Los planes de pensiones, por ejemplo, contemplan la posibilidad de ser rescatados en forma de rentas financieras.
Es importante tener en cuenta la diferencia entre rentas vitalicias y rentas financieras. Las rentas vitalicias son productos financieros que se basan en seguros de vida, orientados a proporcionar rentas al beneficiario a partir de un cierto momento, normalmente la jubilación, y mientras viva. Las rentas financieras son temporales, es decir, se abonan mientras quede remanente del ahorro acumulado y dependiendo de la periodicidad elegida (mensual, trimestral…) y de la cuantía de la renta. A diferencia de las rentas vitalicias, es posible en todo momento cambiar la cuantía de la renta o la periodicidad.
En BBVA somos conscientes de la importancia de asegurarse una jubilación tranquila. Por eso ponemos a tu alcance las mejores herramientas para lograr tus metas. Conoce cómo pueden ayudarte los planes de pensiones y fondos de inversión.