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El uso de la Inteligencia Artificial en materia de inversión

BBVA AM España

04 de marzo de 2024

La Inteligencia Artificial (IA) no sólo se utiliza en la actualidad como un componente del proceso de toma de decisiones de inversión, sino también, como una herramienta de gran valor en la elección de activos. Tratamos en este artículo sobre este último tema.

¿Qué es la inteligencia Artificial?

La inteligencia supone una serie de capacidades que permiten tratar e inferir información, facultades entre las que están la lógica, el aprendizaje, el razonamiento o la resolución de problemas. El adjetivo “artificial” implica que esta facultad de tratar e inferir información, si bien ha sido creada por el ser humano, es llevada a cabo por máquinas.
La Inteligencia Artificial abarca desde los componentes informáticos básicos hasta los chatbots especializados, como Chat GPT…

En materia de inversión, la IA se emplea para conformar carteras y elegir activos. Existen múltiples aplicaciones de inteligencia artificial en el mundo de las inversiones, destacando aquellas que tienen un carácter predictivo e intentan generar rendimiento de una manera sistemática, como son el machine learning (es decir, aprendizaje automático) y el análisis de sentimiento (sentiment mining).

Esta tecnología ha facilitado en los últimos años la parte del proceso de inversión que incluye la investigación, el análisis y la toma de decisiones ya que aumenta las capacidades cognitivas de los analistas y gestores.

Una de las herramientas con más visibilidad son los roboadvisors, que son algoritmos  entrenados para construir una cartera de inversión diversificada. Sin embargo, contar con ellos como solución única puede ser arriesgado, dejando de aplicar el factor humano, podría suponer riesgos al dejar de lado análisis más transversales y poco parametrizables. 

La IA permite aumentar drásticamente la capacidad de análisis al juntar la información de mercado con las conclusiones algorítmicas. Gracias a esto se pueden llegar a simular miles de escenarios y pronosticar cuál sería el más óptimo en la construcción de una cartera, para cada tipo de inversor y para cada horizonte temporal.

Disponer de una herramienta de Inteligencia Artificial que pueda realizar de forma autónoma el análisis de un instrumento financiero (por ejemplo, acciones, bonos, derivados financieros o ETFs) y su impacto al incorporarlo en una cartera de inversión, permite al analista enfocarse en los aspectos más sofisticados del proceso. Hasta ahora los inversores se veían limitados por el tiempo al realizar los procesos de análisis de las empresas. Con este nuevo tipo de herramientas pueden ampliar significativamente su horizonte de oportunidades en las que invertir.

Gracias a que facilita la inversión basada en datos en lugar de la intuición, supone una herramienta contra los sesgos conductuales. En muchas ocasiones es muy difícil evitar tomar decisiones basadas en el exceso de confianza o en el miedo (aversión a las pérdidas).

Un ejemplo de esto es el denominado Stop Loss, consistente en el porcentaje de pérdida que un inversor está dispuesto a asumir con su inversión. Por debajo de un precio determinado el inversor debería vender para minimizar las pérdidas, pero cuando llega el momento de la verdad las personas no tomamos decisiones racionales, sino que actuamos desde la intuición, un error que la Inteligencia Artificial no va a cometer.

Gracias a la Inteligencia Artificial, ahora los analistas tienen la capacidad de analizar un gran número de noticias en relación con la evolución del negocio de una determinada empresa o su percepción por parte del mercado, algo que la valoración de sus acciones finalmente puede acabar reflejando.