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Millennials y ahorro. Cómo evitar una década perdida en ahorro acumulado

BBVA AM España

15 de enero de 2020

En este artículo se da cuenta de las ventajas en términos de capital acumulado que tiene empezar a ahorrar en la veintena o treintena. Diez años de pequeñas aportaciones mensuales a un vehículo de ahorro mínimamente diversificado (fondo de inversión o plan de pensiones) tienen una importante repercusión a la hora de construir un capital para la jubilación u otro fin a 30 años vista.

Todos conocemos las altas tasas de desempleo y la precariedad que sufren los jóvenes en nuestro país. Aun así, afortunadamente también existen jóvenes profesionales que, a base de esfuerzo y motivación, logran entrar en el mercado laboral con condiciones de estabilidad y salarios que les confieren poder adquisitivo o, si lo prefieren, capacidad de ahorro.

Hablamos de esos jóvenes profesionales, probablemente con formación superior, que a sus 25 años tienen la suerte de contar con unas condiciones salariales aceptables. Ésta es una edad a la que apetece viajar, comprarse el primer coche o, incluso, seguir formándose, con lo cual, el incentivo que se tiene para consumir es bastante alto. Pasados unos años, ya en la treintena, se presenta la posibilidad de ahorrar para dar la entrada de la primera vivienda. Dada la tradición de compra en España, los padres son quienes apoyan financieramente a dar este paso, con lo cual, la capacidad de consumo es mayor para los jóvenes. Si avanzamos otro lustro más, advertimos las primeras restricciones a nuestro modelo de consumo «living la vida loca». Tal vez hayamos formalizado una relación de pareja y es posible que haya hijos en camino. En ese momento, las obligaciones familiares y de devolución del préstamo hipotecario limitan la capacidad de gasto en ocio y caprichos. A la mayoría de los mortales, la voluntad de ahorrar se limita a motivos como crearse un colchón financiero para imprevistos, juntar algo de dinero para futuras compras o las próximas vacaciones.

Resumiendo esta trayectoria vital, de los 25 a los 35 años nos dedicamos a disfrutar de los años mozos. Es lo suyo. Nos olvidamos de temas tan poco sexys como el ahorro previsional, es decir, el ahorro para la futura jubilación. En efecto, la conocida procrastinación hacia estos temas y el escaso atractivo que tiene pensar en renunciar al consumo presente para dotar recursos edades para más lejanas, hace que el ahorro no sea una de nuestras motivaciones hasta los cincuenta.

La mayoría solemos dejar de lado el ahorro porque no nos parece prioritario en ese momento. El ahorro consiste en crear una hucha que, engordada desde el momento en que accedemos a mercado laboral, tiene importantes efectos en términos de capitalización. Todo lo contrario si dejamos el ahorro para los 50 años. Es lo que denominamos la década perdida del ahorro joven. Diez años de ahorro al inicio de nuestra vida laboral, a lo largo de una historia de treinta años de trabajo, aun siendo en cantidades modestas, pueden ayudarnos a juntar una cantidad de dinero interesante que nos puede sacar de un atolladero el día de mañana: desempleo, enfermedad o invalidez o mejorar nuestra calidad de vida en la jubilación. 

La clave para ahorrar en nuestros días no está en conseguir rentabilidades de doble dígito, muy difícil con la situación de tipos cero en la eurozona sino, más bien, en la constancia a la hora de ahorrar cada mes y en hacerlo en plazos dilatados de tiempo

Una historia de 20 ó 30 años de aportaciones mensuales discretas a un fondo de inversión o plan de pensiones bien diversificado en activos de renta fija y variable tiene mucha más probabilidad de generar un capital digno que invertir fuertes sumas de dinero en momentos concretos de tiempo y focalizadas en activos de elevada rentabilidad, como los de economías emergentes o bonos de deuda privada de alto rendimiento. En realidad, se trata de adquirir un hábito de ahorro mensual en un producto bien diversificado y no tanto en dar pelotazos, dirigiendo nuestro dinero a aquel activo que el año pasado dio retornos de dos dígitos y que probablemente no repetirá. Esta lluvia fina de ahorro es capaz de superar cualquier ciclo económico en la vida de una persona. Así, en fases bajistas, esos 100 euros compran más participaciones en la recuperación. La subida del valor de la participación del fondo o plan hace que se revalorice toda nuestra inversión. 

Pequeños esfuerzos mensuales no impiden disfrutar de esos maravillosos años de juventud y despreocupación, a la vez que nos permiten crear una interesante hucha para el futuro. En verdad, no es necesario ser Warren Buffet para invertir a 20, 30 ó 40 años, sino hacerlo en pequeñas cantidades mensuales en un fondo de inversión o plan de pensiones mínimamente diversificado en activos de renta fija y variable. El ahorro mes a mes en plazos largos hace milagros: ayer, hoy y siempre.

Daniel Blanco Martín es Chief Digital Officer en BBVA Asset Management, la Unidad de Gestión de Activos del Grupo BBVA, donde lleva trabajando desde julio de 2007. Compatibiliza sus responsabilidades en BBVA con la labor de divulgación financiera y seguimiento del mercado de fondos de inversión en el Observatorio Inverco, creado por la patronal de gestoras de fondos de inversión y planes de pensiones.