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¿Por qué invertir en deuda privada? Y ¿por qué ahora?

BBVA AM España

28 de julio de 2021

El actual entorno de tipos deprimidos, derivado de la política monetaria expansiva de los principales bancos centrales, así como el aumento de correlación entre activos de inversión tradicionales está impulsando la inclusión de inversiones alternativas, tanto líquidas como ilíquidas en las distintas soluciones de inversión con el objetivo de mejorar el binomio rentabilidad riesgo de las mismas.

Lo que ha favorecido que aumente la inversión en capital privado. Y, por tanto, en uno de los tipos que lo componen como es la deuda privada. Veamos por qué tiene sentido invertir en deuda privada y por qué hacerlo ahora.  

Tras la  Gran Crisis Financiera de 2008 los reguladores del sector bancario plantearon la necesidad de adoptar una serie de medidas para fortalecer tanto la cantidad como la calidad del capital de las entidades financieras (Basilea III).  Incluido el aumento de capital en caso de crecimiento excesivo del crédito para evitar “burbujas”.

Lo que se ha traducido, entre otros, en una disminución del crédito otorgado por parte de los bancos a las empresas.

Y ha permitido la entrada en escena de las entidades de capital privado capaces de ofrecer soluciones con préstamos directos (“private lending”) o deuda privada.

A lo que ha contribuido que se otorgue dentro del marco de un contrato bilateral. Con cláusulas a medida de la tipología de empresa, así como de la situación en la que se encuentra. Y  que incluya condicionantes que permitan la buena marcha de la operación.

Además de que se otorgue una vez realizado un profundo análisis de la empresa y su situación, así como que el importe pueda ser devuelto sin problema en el plazo establecido. Por lo que las empresas susceptibles de percibirlo  han de contar con unas estructuras de capital sanas.

Ha ayudado además que sea habitual que sirva como complemento a operaciones de capital riesgo. Y es que, este tipo de inversión ha experimentado un  importante crecimiento en los últimos años.  Por lo que entendemos que, para mantener el nivel de apalancamiento actual, precisa mayor cantidad de dinero de la que actualmente ofrecen los fondos de deuda privada. Lo que debería impulsar el crecimiento de estos últimos, sin que mengüe la rentabilidad que ofrecen en la actualidad.

Por otro lado, la deuda privada ha mostrado una gran resistencia a la crisis generada por la Covid-19. A  modo de ejemplo, las condiciones de las operaciones de deuda privada europea han vuelto ya a niveles pre-Covid, con niveles de apalancamiento de entre 5 y 6 veces. Tanto los márgenes como la estructura de comisiones, que se habían tensionado en los peores momentos de la pandemia, están ya en niveles cercanos al punto de partida.

Y si seguimos en el viejo continente, que  históricamente presentaba un menor porcentaje de inversión en deuda privada que EE.UU,  en los cinco últimos años ha acortado la distancia  y, del total de operaciones de adquisición de empresas, se ha financiado con deuda entre un 50% y 59% del coste total. 

En cualquier caso, entendemos que la situación provocada por la pandemia,  más allá de unos tipos de interés discretos y de las presiones regulatorias sobre el capital de los bancos, seguirá impulsando el crecimiento de la deuda privada, no sólo como ayuda a empresas en una situación complicada post-pandemia, sino como apoyó para financiar la adaptación a los nuevos modelos de negocio, el desarrollo tecnológico y digital y la disrupción de ideas nuevas.