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Siete errores que debemos evitar a la hora de invertir

BBVA AM España

21 de diciembre de 2020

Estos son algunos de los errores más frecuentes entre los inversores. Toma buena nota y evita caer en ellos.

La educación financiera mejora año tras año entre los españoles, algo que les permite tomar decisiones de inversión de forma autónoma y de forma racional. Sin embargo, se tiende a caer en ciertos errores que pueden penalizar el resultado y que paradójicamente son sencillos de evitar. Tomar decisiones sin contrastar bien la información, dejarse llevar por tendencias o por recomendaciones de amigos o familiares pueden alejarnos de nuestras metas.

Entre los errores en los que se suele caer de forma más recurrente se encuentran estos siete que vamos a analizar. Toma buena nota y evita caer en ellos.

1. No saber para qué se invierte

Muchos inversores se ponen manos a la obra sin pararse a pensar primero cuál es el objetivo de su inversión. Lógicamente, el objetivo último de una inversión es maximizar la rentabilidad dentro siempre de unos límites de riesgo. Pero, ¿con qué estrategia? Invertir para la jubilación permite, durante muchos años de un horizonte temporal muy largo, apostar por activos de riesgo en busca de una mayor rentabilidad. Invertir para dar la entrada de una vivienda en un plazo de dos o tres años no permite incurrir en muchos riesgos pues el horizonte temporal es pequeño y activos como la renta variable son impredecibles en plazos cortos.

2. No entender el producto a través del que se invierte

El inversor Warren Buffett advierte sobre la importancia de no invertir en aquello que no se entiende. Parece una obviedad, pero es esencial comprender las implicaciones de una inversión para no llevarse sorpresas desagradables y, sobre todo, para saber en realidad en qué riesgo estamos incurriendo. Pero, además, no entender un producto puede generar otro tipo de inconvenientes, como necesitar recuperar la inversión y no poder (iliquidez) o asumir una factura fiscal elevada por no haber asimilado bien las obligaciones tributarias que lleva aparejada.

Lo recomendable es optar siempre por soluciones de inversión que se comprendan bien y, en caso de duda, solicitar asesoramiento especializado.

3. No diversificar

Normalmente, en cualquier ámbito de la vida, apostar todo a una sola carta es una peligrosa práctica, y el ámbito de la inversión no es una excepción. Por atractiva que parezca una oportunidad de inversión, hay que contemplar siempre la posibilidad de que se incurra en pérdidas. Y si esa inversión concentra todo nuestro ahorro, tenemos un problema. 

Diversificar implica repartir la inversión entre distintos activos de forma racional y que de forma conjunta compongan una cartera adecuada a nuestras expectativas de rentabilidad y a nuestra tolerancia al riesgo. De este modo, el impacto del resultado negativo de una de estas inversiones no comprometerá nuestra economía.

4. No invertir de forma recurrente

Otra forma de diversificar el riesgo es invertir de forma periódica en lugar de hacerlo de una sola vez. De esta última forma, estaremos fiando la inversión a un único precio de compra, que puede ser favorable pero también desfavorable. Invertir de forma periódica permite diversificar ese precio de compra, generando un “precio medio” que diluye la volatilidad del mercado. 

5. Mirar solo al pasado

Es una advertencia habitual en cualquier recomendación de inversión, pero se sigue cayendo en este error: rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras. Rentabilidades pasadas analizadas en profundidad y, sobre todo, en periodos largos, pueden dar una idea de la consistencia en la gestión de, por ejemplo, un fondo de inversión, pero en ningún caso asegurarán el comportamiento por venir. Es importante analizar también la coyuntura presente y las previsiones futuras.

6. Olvidar la inflación

A la inflación se le conoce como “enemigo silencioso del ahorro”, dado que va minando el poder de compra del dinero sin que nos demos cuenta. Una rentabilidad del 2,5% en un año puede parecer razonable para un inversor conservador, pero si la inflación de ese periodo se ha situado en el 3%, el resultado es que en términos reales ha tenido una pérdida. 

Es esencial tratar de, al menos, batir a la inflación todos los años, especialmente en procesos de inversión a largo plazo.

7. Pasar por alto la fiscalidad

El resultado final de una inversión no es la rentabilidad, sino lo que se conoce como rentabilidad financiero-fiscal, es decir, aquella rentabilidad neta de obligaciones fiscales. Hay vehículos de ahorro más favorables fiscalmente para ciertos objetivos, como los planes de pensiones y la jubilación, y otros que encajan mejor en otro tipo de necesidades de inversión más a corto plazo y necesitadas de liquidez, como los fondos de inversión.

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