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Cuando en Google solo buscamos confirmar nuestra opinión

BBVA AM España

18 de junio de 2021

Tratamos sobre el sesgo de conservación, que es la tendencia a darle más importancia al primer análisis, si ha sido positivo, y desestimar la nueva información que recibimos. Está muy vinculado al sesgo del anclaje.

El sesgo de la conservación, que afecta a nuestra toma de decisiones, es más fuerte cuanto más complicada sea de analizar y procesar la nueva información.  Este sesgo cognitivo se activaría a la hora de tomar decisiones difíciles, como invertir o no en una empresa o en otro valor, comprar una casa, etc. Cuando el primer análisis es afirmativo, a nuestro cerebro le costará cambiar de opinión.

Si primero escuchamos los datos positivos, es posible que les acabemos dando más importancia de la que tienen sólo porque han sido los primeros que hemos escuchado.

Si ese primer análisis ha sido positivo, adaptaremos aquellos datos que no encajen con la teoría asumida gracias al sesgo de la confirmación (*) y desestimaremos directamente los análisis negativos que hagamos gracias a este sesgo de la conservación.

(*) Sesgo de la confirmación: cuando buscamos información, muchas veces lo hacemos atendiendo sólo a la que confirma nuestras sospechas u opiniones. Podemos incluso distorsionar los nuevos datos para adaptarlos a nuestras opiniones.

En el mundo de la inversión se aprecia con frecuencia este sesgo de conservación, por ejemplo, cuando se presenta en primer lugar la rentabilidad de un producto de inversión y posteriormente no se consideran otros datos no tan positivos como los riesgos asociados, o se toma como referencia de la evolución de una acción el precio que esta tuvo en el pasado.

El sesgo de la conservación esta muy vinculado con el sesgo de anclaje, que implica tomar como referencia o establecer como base de la decisión la primera información recibida.

Este sesgo de conservación tiene vinculación también al llamado sesgo conductual de status quo. Este sesgo implica que se tome como punto de referencia la situación actual y cualquier cambio con respecto a ese punto se percibe como una pérdida.

El status quo mostraría, por ejemplo, la dificultad de cambiar los posicionamientos en los puestos de responsabilidad (por ejemplo, gobernantes, altos directivos, etc.) y por lo tanto el riesgo de mantener posturas erróneas a lo largo del tiempo para caer en una “parálisis de decisión”.

Esa conducta de “parálisis en la decisión” en los momentos críticos se mostraban en tres experimentos del profesor Tversky y varios colaboradores (Shafir y Simonson):

  • Cuando hay numerosas alternativas posibles sobre las que elegir, la persona opta por una estrategia de esperar y mirar.
  • Con el transcurso del tiempo, la toma de decisión se hace menos probable
  • Si la situación requiriera necesariamente una decisión, entonces se tiende a optar por la opción del medio.

Otros experimentos de psicología confirman esas conductas. Por ejemplo, el efecto de diluido, que consiste en la dificultad de razonar con atención en relación a los datos más representativos debido al exceso de información recibida, puesto que ese exceso de información quita representatividad a los datos/elementos clave.

También, en psicología militar es estudia la llamada “parálisis del mando”, como una situación de bloqueo ante un problema estratégico.

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