Qué hacer con mi ahorro ante a las caídas de las bolsas
24 de marzo de 2022
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El Sesgo de la aversión a la pérdida puede estar afectando al comportamiento de no pocos inversores y su reacción frente las caídas y la volatilidad que se está viviendo en los mercados financieros, como consecuencia de la crisis geopolítica por la invasión de Ucrania.
El sesgo de aversión a la pérdida, que fue estudiado por los expertos de la economía del comportamiento, muestra que a las personas nos afecta más el dolor de perder dinero que la alegría de ganarlo: una perdida nos duele hasta 2,5 veces más que una ganancia de la misma magnitud.
La tendencia natural es huir de los mercados de valores cuando los precios se desploman, o bien, si ahorrásemos en fondos de inversión u otros productos de inversión, traspasar nuestro patrimonio a opciones de fondos más conservadores o a productos sin riesgo (depósitos, etc). En cambio, compramos rápidamente cuando las cotizaciones se disparan. Ambas reacciones pueden tener consecuencias negativas.
Los siguientes principios podrían ayudarnos a controlar el impulso de tomar decisiones basadas en las emociones, en lugar de en la racionalidad, cuando los mercados están convulsos.
Las subidas y bajadas del mercado de valores son algo natural en el proceso de inversión
La renta variable ha tendido a subir de manera constante durante largos periodos de tiempo. No obstante, el pasado nos demuestra que las caídas del mercado son inevitables en el proceso de inversión.
Las correcciones (aquellas caídas del 10% o más) y los mercados bajistas (caídas del 20% o más) no se suelen prolongan en el tiempo. Entre 1951 y 2020, el índice Standard & Poor’s 500 Composite (*) ha caído al menos un 10% una vez al año y un 20% o más una vez cada seis años. Tras cada una de las caídas se ha registrado un periodo de recuperación y un nuevo máximo.
(*) También conocido como S&P 500, es uno de los índices bursátiles más importantes de Estados Unidos. El índice se basa en la capitalización bursátil de 500 grandes empresas que poseen acciones que cotizan en las bolsas NYSE o NASDAQ, y supone aproximadamente el 80% de toda la capitalización de mercado en Estados Unidos.
Es muy recomendable invertir a largo plazo, sin tratar de predecir el comportamiento del mercado, es decir evitar el market timing
Nadie puede predecir cómo va a evolucionar el mercado a corto plazo. Los inversores que deshagan posiciones ante caídas, se arriesgan a registrar pérdidas y perderse los periodos de fuertes subidas de precios que suelen seguir a las caídas.
Tras cada una de las caídas superiores al 15% que ha registrado el índice S&P 500 entre los años 1929 y 2020 se ha producido una recuperación. La rentabilidad media registrada durante el año posterior a dichas caídas fue del 55%.
Incluso perderse únicamente unos cuantos días de negociación, vendiendo posiciones en los mercados o traspasando el ahorro a fondos más conservadores, puede afectar a la inversión.
La inversión basada en emociones puede resultar inconveniente
Una de las principales conclusiones de la economía del comportamiento es que las personas suelen actuar de manera irracional cuando toman decisiones financieras.
Es lógico que los inversores se pongan nerviosos cuando el mercado cae. Pero lo que hacen durante dichos periodos con su inversión (o con su ahorro en producto como fondos de inversión o planes de pensiones) es lo que determina que cumplan o no sus objetivos de inversión a largo plazo.
Si entendemos los principios básicos de la economía del comportamiento resultará más sencillo tomar decisiones de forma racional. Si entendemos las consecuencias de comportamientos como el efecto anclaje, el sesgo de confirmación y el sesgo de disponibilidad, podemos llegar a identificar los errores potenciales en la inversión antes de cometerlos.
Diseña un plan de inversión y síguelo hasta el final
El plan de inversión debe incluir numerosos factores, como el nivel de tolerancia al riesgo y los objetivos financieros a corto y largo plazo.
La elaboración de un plan de acumulación de capital es una buena forma de evitar los intentos inútiles de predecir el comportamiento del mercado. Consiste en realizar aportaciones periódicas a los productos de ahorro inversión, independientemente de las subidas y bajadas del mercado. Invirtiendo en distintos momentos se reduce el coste medio por acción.
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